San Telmo

Ayer fui de nuevo a San Telmo. Es un mercado que ponen los domingos lleno de artesanía y antiguedades. Hay de todo. Las tiendas de antiguedades aquí son muy especiales. Parecen rastrillos de casas de la abuela. Dicen que en la crisis del 2001, siempre todo es por la crisis del 2001, la gente vendió todo lo que tenía en sus casas, y ahí está, tal cual. Vitrinas con las cosas que puede haber en cualquier casa. Muebles, utensilios, jarrones, cosas de decoración, pero todo muy normal y todo a la venta. En la calle artesanía, ropa, mates, cosas de cuero, carteles, cuadros... También artistas callejeros y comida. Luego fuimos a grabar la fabricación de las baldosas, los del barrio de Almagro las hacen en la calle. Es como un ritual, el cemento, los moldes, el cálculo de los renglones, acoplar las letras y al almacén a que se sequen. Por la noche estuve en la cafetería Violetas, una de las más famosas, decorada como de principios del siglo pasado con el techo alto y apliques por todas partes. Ya estamos con la edición del documental. Hemos acabado las grabaciones y más o menos tenemos el preguión hecho. De clase sólo queda el seminario de montaje. Serán dos semanas intensas pero tengo ganas de verlo acabado y ver dónde nos ha llevado todo esto. Como viajo en Aerolineas Argentinas y era de esperar, han cancelado mi vuelo de vuelta. Tranquilos. Su solución es adenlantarme al vuelo del 31 de agosto. Ya veremos cómo queda la cosa porque esos días quería ir a Iguazú y al menos ver las cataratas. No pienso quedarme, me encanta esto, es muy bonito, me podría acostumbrar incluso, pero no. Con sus contradicciones, de las que os hablaré, y sus rarezas, estoy empezando a entender esta ciudad. Ahora estoy empezando a estar a gusto. Y siempre tengo La Colifata como refugio.