domingo, 23 de agosto de 2009

ELLOS (con mayúsculas)

Hace mucho que no escribo, cuando me preguntan siempre respondo que es porque no tengo nada que escribir. Sin embargo no me abandonan las ganas de sentarme y dejar volar las manos y la cabeza. Me da mucho apuro hablar de mi, sin embargo nada hablar de los demás, o para los demás.

Pero hoy me ha dado por pensar, por plantearme cosas. El detonante han sido dos cumpleaños, dos personas a las que adoro y que representan esa doble vertiente constante en mi vida de géminis. Dos personas muy distintas, casi opuestas, con alguna pincelada en común, pero tan parecidas a mi y tan imprescindibles en mi vida que resulta deliciosamente paradójico.


Uno es el Beat, el pedazo de Buenos Aires que se vino conmigo y me hace seguir unida a esa gran ciudad. Esa esencia de la Colifata en la que encontré ese sentido perdido, la razón de la sinrazón y la alegría de la melancolía. Es la sensibilidad pura. La parte que completa tantas cosas incompletas. Nunca habla de su realidad, prefiere hablar de la que ya pasó o de la que podría haber pasado. Y descubres que esa realidad también forma parte de ti, la que te hubiera gustado vivir, la que creas para aprender de ella. Con él huyo a las estrellas, a la nieve, a jugar en el parque, a tirar piedras, a correr en busca de la hora azul. Hemos viajado a la infancia, hemos volado sobre los tejados, hemos encontrado tesoros en un barco pirata… y hemos tomado café en el Havanna. A través de él, junto a él, he estado en mil conciertos, he comprendido cientos de canciones, he confirmado la creencia de que las personas son lo más importante de la vida.

El otro es mi Jaime, mi 50%. El que siempre está cuando miro hacia atrás y el que siempre imagino cuando miro hacia adelante. Pero siempre, siempre, está cuando miro al lado y eso es lo más importante. Es el resorte perfecto en el día a día. El que estabiliza y al que estabilizo los valores. Sabe en todo momento devolverme a los niveles de seguridad y por él siento que tengo algo que hacer, calmarlo, pincharlo, animarlo, desquiciarlo, levantarlo, bajarlo… igual que él hace conmigo y siempre en el momento oportuno. Es la realidad, la vida, una de las razones por las que vale la pena levantarse. Aunque sólo sea por no defraudarlo, porque sepa que sigo estando aquí.

El Beat es la imaginación más real que nunca he visto y Jaime la realidad más imaginativa. Jaime y El Beat, la explosión y la reflexión. Por eso valoro tanto cuando cambian los papeles, cuando Jaime reflexiona y El Beat estalla. Cuando Jaime me hace pensar y El Beat me hace sonreír. Ambos tienen en común algo muy importante, nunca me dejan caer. El Beat con sus mágicos mensajes en los que me habla de los motivos de la vida, me da razones para seguir, me riñe, me abre los ojos y cuando están bien abiertos vuelve a poner delante ese mundo maravilloso que nos gustaría conseguir. Jaime me zarandea, me escupe a la cara las verdades que hacen que reaccione y vuelva a ser yo. En realidad se complementan al complementarme. Sin alguno de los dos la balanza se inclinaría demasiado. Dicen que la vida hace extraños compañeros de viaje, Jaime y El Beat lo son. Entre ellos. Sin embargo con la pequeña pieza que los une no concibes el uno sin el otro en el mundo.

Por eso los dos tienen algo en común: mi amor incondicional y mi agradecimiento eterno.

Feliz cumpleaños!

Havanna, Buenos AiresJaime, Ibiza