viernes, 3 de octubre de 2008

Pena de muerte o cadena perpetua

En estos días en los que tanto se habla de Memoria Histórica me viene una a la mente.
Mi abuelo siempre contaba que durante la Guerra Civil fue apresado por los nacionales. Le hicieron un juicio en el que sólo estaba un mando, que era el que decía la sentencia y un secretario que apuntaba el nombre del procesado y la condena impuesta. Cuando estuvo ante él, el mando, con un evidente estado de embriaguez, dijo pena de muerte. El secretario sin embargo apuntó cadena perpetua. Mi abuelo entró en la cárcel de la que logró salir con vida. No sabía quién era aquel hombre ni lo volvió a ver nunca. Tampoco supo a cuántos salvó de este modo. Lo cierto es que de alguna manera salvó también mi vida. Es curioso pensar como por una simple anotación podría no existir, esto hace que un escalofrío me recorra la columna y me pregunte cuántos actos míos pueden negarle la vida a alguien, o dársela.
Todo lo que hacemos influye en los demás, en nuestras manos está si esos actos dan la vida o la quitan.

1 comentario:

JAUME LÓPEZ I BRONCHUD dijo...

POR ESO SIEMPRE ESTARÉ EN CONTRA DE QUIENES DECIDEN NUESTRA VIDA O NUESTRA MUERTE (PERO TAMBIÉN DE AQUELLOS QUE SE ESCUDAN EN ESTAS Y OTRAS DEFENSAS, LAS ALZAN COMO BANDERAS, Y SE COMPORTAN, EN EL TRATO CERCANO COMO AUTÉNTICOS TIRANOS, BEBAN O NO...).

BESOS. ME GUSTA TU RINCÓN (PERO APÚRALO MÁS, GÜEY!)