domingo, 21 de diciembre de 2008

El veneno


Hacía mucho que no me subía a un escenario. Y fui feliz.
Los días previos no había nervios, sólo ganas de que llegara el momento. Creer desde el principio en un proyecto, ver como va tomando forma, como todo el mundo se implica. Sin preguntar, sin objetar, como lo hace suyo. Verlo todo preparado, cada uno en su sitio. Cada uno con su cometido claro. Y salir a escena, escuchar las risas, los aplausos. Pero lo más emocionante era ver a unos grandes actores de cerca, era como estar dentro de la obra de teatro de espectadora de excepción. Ver como se crecen en escena. Como el público lo percibe y aplaude. Las miradas cómplices. Sorprenderme y ver como Jaime se sorprende cuando el público reacciona ante el texto. Recordar cómo se escribió cada palabra. Ver cómo han hecho grande una pequeña idea, unas simples palabras sobre el papel.
Feliz con los comentarios: cómo me he reído, qué bien me lo he pasado. Esa es la mejor recompensa. Y un mensaje, unas palabras de amigo que lograron emocionarme.
Fui feliz, me sentía llena y segura sobre el escenario, arropada. Abrumada a veces por la responsabilidad al ver el nivel de mis compañeros. Sobrepasada con los aplausos finales. Qué grande es el teatro y que cierto el veneno que llevo en las venas. Gracias papá.

1 comentario:

tu madre dijo...

HIJA ESTUVISTES GENIAL DE VERDAD ESE ESPIRITU NO SE FUE DEL ESCENARIO EN TODA LA NOCHE. Y COMO ESTUVIERON TODOS FUE INCREIBLE Y JAIME PARECI UN SHOUWAN (NO SE SI LO HE PUESTO BIEN)EL VENENO DEL TEATRO SE VEIA EN TODO MOMENTO HASTA EL ALBAÑIL QUE HABIA POR ALLI ESTUVO DE VERDAD FENIMENAL.MUAKSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS