Es la mejor forma de escapar, la más bella, soñar. Hoy Beat, mi amigo de la Colifata, escribe sobre los sueños. Bellísimo, como siempre y me lo dedica, él, que nunca me deja bajar los brazos. Así que hoy quiero dedicarle los míos. Porque una vez más hoy quiero…
Hoy quiero que me alegres el día, calcular juntos cuanto cabe en el cargador de una 44 magnum, que hay mucho hijo de puta y muy pocas balas. Quiero que todo te importe un rábano para que podamos ir con nuestra rara pandilla muy lejos, a buscar un anillo. Hoy quiero que me despiertes con un buenos días princesa, dejaré que me abofetees si me dejas antes quitarme los guantes, luego te sorprenderá conocer un juzgado por dentro. Hoy quiero llamarte serio y estirado por no quitarte los zapatos, que me llames como al perro que tenía cuando era pequeña, subiremos juntos al Empire State y no llegaré tarde, Rita Hayworth nos ayudará a escapar, siempre lo hace. Elegiremos juntos la pastilla del color correcto para ir al infinito… y más allá. Será un gran día que se repetirá una y otra vez aunque me quede encerrada en un ascensor con un neurótico y se vaya la luz. Sabremos que la libertad ha acabado si escuchamos un estruendoso aplauso pero bailaremos juntos en la cola del paro. Seré virgen, pero sólo conceptualmente, porque haré cosa no se debe con un conductor de ganado cachas. Podremos hablar con un ordenador loco y le diremos ¡Dios mío! está lleno de estrellas, leeremos un libro que no tendrá fin pero sin chuparnos los dedos para pasar las páginas. Quiero presentar a mi vecino marica y a la camarera y viajar con ellos, jugaremos a hacer casitas de yonquis en el solar, también podemos correr por la playa mientras cruzan unos carros en llamas, y no hará falta que me enseñes la pasta, te presentaré a un amigo que es satánico… y de Carabanchel. Veremos naves de ataque en llamas más allá de Orion y correremos juntos por la Gran Vía completamente vacía. Desayunaremos bien porque tal vez cenemos en el infierno, bueno, lo que nosotros llamamos infierno él lo llama hogar. Después de comer, cuando estemos a punto de reventar el camarero nos ofrecerá un caramelo. Las alucinaciones seguirán ahí, pero no te preocupes, las ignoraremos. Hoy quiero que vengas en tu caballo blanco a rescatarme, quiero que hagamos juntos una vasija de barro, que me cantes “Love me tender” subido en tu coche. Te contestaré que lo sé cuando digas que me quieres y podremos, por fin podremos, subir juntos las escaleras del Museo de Arte.
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